sábado, 22 de septiembre de 2012

El miedo se marcaba tanto como sus huesos;

Ella llora en silencio, pues no le gusta que la escuchen sufrir. Sin embago, aquellas lágrimas hacían mas ruido que cualquier explosion. Podía ver en el movimiento de sus manos la rabia, y los cortes en las muñecas confirmaban mis sospechas. Se escondía bajo sus mechones de cabello rubio pues decía que, cuando lloraba, estaba mas fea que normalmente. Siempre me habia parecido una chica preciosa, pero en cuanto sus compañeras empezaron a burlarse de ella por el simple echo de un numero, calló en aquel bucle infinito, el tiempo había echo notar en su cuerpo las rasgos de esta sociedad guiada por estereotipos, y, a medida que pasaban los dias, ya no lograba distinguir la belleza en su cara.

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