miércoles, 27 de noviembre de 2013

Ahora o nunca, nos grita el tiempo.

Miedo.
Tus ojos rien. Mis manos resbalan por tu pantalón. Escalofríos. Miradas que huyen, que se encuentran, que se atrapan. El frío de tus manos y el calor del café. Viernes de gemidos. Sábados con suspiros. Rayos de oscuridad. Gritos de silencio. Calles. Lluvia. Recuerdos. Llegar al cielo en tu boca (o entre tus piernas). El lunar en tu pecho. Tenerte. Perderte. Echarte de menos. Distintos labios, mismo vacío. Bailar con la Luna. Folios en blanco llenos de palabras congeladas por el frío de Noviembre. Creer que te perdí (cuando en realidad nunca te tuve)

La alarma de nuestro tiempo ha vuelto a sonar y no la puedo posponer más.


domingo, 24 de noviembre de 2013

“Enséñale al destino qué sabes hacer, si somos líneas que se cruzan o se acaban por torcer”

De la vida aprendí que quien no arriesga no gana, pero tampoco pierde y que, a veces, perdiendo, también se gana. Que el tiempo no espera (y menos por nosotros). Aprendí que el grito más alto es el silencio. Aprendí que a veces lo que más quema es el hielo, y que las palabras se congelan cuando arde el corazón. Aprendí que realmente vives cuando se te corta el aliento, y que por más que escriba tu nombre en mis cuadernos, no vas a volver.