De la vida aprendí que quien no arriesga no gana, pero tampoco pierde y que, a veces, perdiendo, también se gana. Que el tiempo no espera (y menos por nosotros). Aprendí que el grito más alto es el silencio. Aprendí que a veces lo que más quema es el hielo, y que las palabras se congelan cuando arde el corazón. Aprendí que realmente vives cuando se te corta el aliento, y que por más que escriba tu nombre en mis cuadernos, no vas a volver.
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