Lo mismo ocurre con las personas.
Algunas dejan su recuerdo tan marcado en nuestra alma que ni un millón de lagrimas ni 364 noches en vela consiguen borrarlo, otras dedicen que su presencia está destinada a ser tachada o simplemente a no ser recordada.
P.D: Tu siempre has pertenecido al primer grupo.
No hay una noche en la que no me arrepienta de haberte dejado marchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario