sábado, 22 de diciembre de 2012

Sólo para desengañar a la gente que dice que en los días lluviosos no pasan cosas buenas.

Cuando escribes algo con un lapiz y cargas mucho, luego por mucho que intentes borrarlo, siempre quedarán los restos de un papel desgastado e incluso conseguiras leer lo que escribiste.
Lo mismo ocurre con las personas.
Algunas dejan su recuerdo tan marcado en nuestra alma que ni un millón de lagrimas ni 364 noches en vela consiguen borrarlo, otras dedicen que su presencia está destinada a ser tachada o simplemente a no ser recordada.
P.D: Tu siempre has pertenecido al primer grupo.


No hay una noche en la que no me arrepienta de haberte dejado marchar.

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